Aunque existen muchos tipos de alopecia, las más comunes son las siguientes:
- Alopecia androgenética:
También llamada alopecia androgénica. Es el tipo de alopecia más común (afecta a más de un 50% de los hombres mayores de 40 años) y se da principalmente en los hombres, aunque también la pueden padecer las mujeres.
Aunque existen tratamientos hormonales para combatirla en estados iniciales, cuando el folículo piloso ha muerto, el proceso es irreversible y el único medio para restablecer el cabello consiste en la realización de un trasplante capilar.
Inicialmente, los folículos capilares afectados (ubicados principalmente en la zona frontotemporal y la coronilla) acortan la fase de crecimiento, acelerándose en su conjunto el ciclo capilar. Como consecuencia de este aceleramiento del proceso, el cabello va perdiendo grosor, hasta que finalmente el folículo capilar muere.
Este tipo de alopecia está determinada genéticamente, es decir, es hereditaria.
- Alopecia areata:
La alopecia areata es una enfermedad autoinmune que afecta a los folículos pilosos. El Sistema Inmunológico tiene la función de proteger al cuerpo de las infecciones y enfermedades. Sin embargo, cuando se padece una enfermedad autoinmune, el Sistema Inmunológico ataca por error partes del propio cuerpo que están sanas. Este es el caso de la alopecia areata.
En la mayoría de los casos, el pelo cae a mechones, produciendo áreas de calvicie de un diámetro similar al de una moneda; pudiendo llegar a producirse, aunque en muy raras ocasiones, la pérdida total del cabello.
Aunque no se sabe exactamente cuáles son las causas de esta enfermedad, se considera que hay determinados factores que juegan un papel importante en el desarrollo de la misma, como la genética o los nervios.
Existen diferentes tratamientos para este tipo de alopecia, que el dermatólogo elegirá en función de la extensión y el tipo de alopecia areata que presente el paciente.
- Alopecia traumática:
En la mayoría de los casos, este tipo de alopecia se produce por el abuso de agentes externos que dañan el cabello, como el secador, peines metálicos o productos muy agresivos como los tintes u otros elementos que producen lesiones en el cuero cabelludo.
En otros casos, el origen de este tipo de alopecia puede ser una enfermedad mental llamada tricotilomanía, que consiste en que el enfermo, en un estado maníaco, se arranca a sí mismo el cabello.
- Alopecia difusa:
También conocida por el término “efluvio telogénico”, acuñado por Kligman a principios de los ’60.
En este caso se produce una pérdida aguda de cabello que puede estar causada por el estrés emocional, estados febriles, enfermedades sistémicas crónicas o un parto.
En este último caso, el efluvio telogénico suele durar alrededor de unos 6 meses para volver posteriormente a recuperar el cabello habitual.
Sin embargo, un buen tratamiento dermatológico puede acelerar la recuperación de los efluvios.
- Alopecia cicatricial:
Este tipo de alopecia se produce como resultado de la malformación, daño o deconstrucción de los folículos pilosos, que se ven sustituidos por un tejido cicatricial permanente, impidiendo el nacimiento de cabello nuevo.
Las causas de la alopecia cicatricial son muy variadas, clasificándose este tipo de alopecias en: alopecias infecciosas (micóticas, bacterianas, virales o protozoarias), alopecias por agentes físicoquímicos (traumatismos, quemaduras, agentes cáusticos,…), alopecias tumorales, alopecias por dermatosis, alopecias por enfermedades hereditarias y alopecias por síndromes clínicos decalvantes.
